El hombre y el hábitat

El ecólogo Ilkka Hanski, premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología del año 2016, ha conseguido determinar matemáticamente cuándo la población de un hábitat corre el riesgo de desaparecer.  
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La mariposa Euphydryas editha es originaria de California. Desde 1987 es una especie protegida. La construcción en el área de la bahía de San Francisco y la aparición de especies invasivas afectaron considerablemente su hábitat.  Sobrevive gracias a una estructura de metapoblación que consiste en una serie de poblaciones satélite alrededor de la colonia central. Si esta colonia central desaparece, la especie se extingue en ese hábitat, y a veces pone en peligro a la especie en su totalidad. 

Una metapoblación es una población de una especie repartida en varios territorios conectados con una población central. Esa disgregación no es siempre causada por el hombre, pero la acción humana contribuye a aumentarla. El ecólogo finlandés Ilkka Hanski, catedrático de Zoología de la Universidad de Helsinki, estudió durante años las mariposas para poder determinar matemáticamente el “número, tamaño y conectividad entre poblaciones que es preciso preservar para poder mantener a una especie ante una degradación y pérdida de su hábitat”. Sus descubrimientos y su estudio sobre el concepto de metapoblación le han valido el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación del año 2016.

Su trabajo ha servido para mejorar los procesos de conservación actuales, la creación de corredores biológicos o el diseño de áreas protegidas. También estudia el impacto ambiental de grandes infraestructuras: “En la naturaleza muchos hábitats no son homogéneos sino que están parcelados -explica Hanski-, fragmentados, y en esas situaciones las especies se distribuyen en metapoblaciones […] La acción humana aumenta el grado de fragmentación, y por tanto es importante entender cuáles son las consecuencias. La teoría de las metapoblaciones ayuda a diseñar estrategias para aumentar la supervivencia de la población.”

Hanski (Helsinki, 1953) comenzó a interesarse por las poblaciones y su supervivencia a finales de los años setenta, mientras estudiaba el doctorado en la Universidad de Oxford. Allí se fijó en los escarabajos peloteros, y en cómo muchas especies crean poblaciones en torno a los excrementos del ganado. Creó modelos matemáticos que describían ese comportamiento y ayudaban a anticipar la supervivencia o desaparición de esas poblaciones. En los años 90 realizó uno de sus trabajos de campo más ambiciosos. Durante años, junto a sus estudiantes de la Universidad de Helsinki, llevó a cabo un censo anual de las mariposas en las Islas Åland, en el mar Báltico.

Su combinación entre teoría y trabajos de campo y su profundización en la biología de las metapoblaciones no han sido únicamente útiles para la ecología. Sus descubrimientos tienen también aplicaciones médicas. En áreas como la oncología, pueden ser útiles a la hora de estudiar el comportamiento de las células de un tumor. También en la salud humana:  “Las personas somos hábitats fragmentados para nuestro microbioma, y es muy interesante intelectualmente trabajar con colegas de otros campos, como los inmunólogos”, comenta Hanski.

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(Barcelona, 1973) es editora y periodista.


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