(Fotografía: Luis Lupone)

Alien, Are You There?

Todavía hay científicos que están ideando estrategias viables para buscar vida extraterrestre. 
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Deseamos fervientemente encontrar otros como nosotros, o al menos parecidos, debido a una especie de vértigo ante la inmensidad del Universo, pues si somos los únicos, cae en nuestros hombros todo el peso del Propósito. Poco nos inquieta que los alienígenas resulten ser totalmente distintos; confiamos en que, al verlos, seremos lo mismo y compartiremos la carga. Por desgracia para muchos creyentes ellos no están entre nosotros y el silencio sideral ante los llamados de SETI y de Phoenix, antiguos programas internacionales de aficionados y científicos en la búsqueda de inteligencia extraterrestre mediante radiotelescopios y computadoras caseras, demostró la insoslayable lógica del Escalar el Monte Improbable, el famoso libro de Richard Dawkins.

Hace un par de semanas un grupo de astrofísicos en el Reino Unido anunciaron que han decidido tomar el toro por los cuernos. Primero, buscarán presupuesto a fin de “rentar” espacio de observación estelar tanto en el hemisferio norte como en el sur. Al mismo tiempo, lanzarán una convocatoria destinada a financiar a quienes sean capaces de diseñar estrategias novedosas y factibles para la búsqueda de seres que puedan y quieran comunicarse con nosotros, o al menos para encontrar sus huellas. El presidente honorario de tal empresa será Sir Martin Rees, astrónomo Real de la Gran Bretaña, miembro de la Royal Society y ex titular de la prestigiada Cátedra Plumiana.

En 1993, mientras era becario del Consejo Británico como escritor científico en la Universidad de Cambridge, conocí al célebre Sir Martin. Sus aportaciones a la cosmología contemporánea han sido cruciales para entender el universo, su estructura y evolución. Son conocidas sus polémicas encarnizadas y caballerosas con Stephen Hawking y Roger Penrose. También ha formado notables astrofísicos, como el distinguido mexicano de la Universidad de Durham, Carlos S. Frenk.

Gracias a la generosidad del profesor Rees, pude buscarlo y platicar con él cada vez que regresé a ese pueblito al norte de Londres (en Luz interior. Conversaciones sobre ciencia y literatura, Tusquets, 2001). La primera vez ni siquiera se me ocurrió sacar el tema de los extraterrestres, pues había leído algún libro de él y me pareció un estricto escéptico. Además estábamos almorzando en el salón de Fellows y, pensé, “¡no se me vaya a aparecer el fantasma de Newton esta noche y me jale de las patas!”.

Pero la segunda vez tomé confianza y me atreví. Mi sorpresa fue que Sir Martin era un entusiasta de ir en busca de alienígenas. Cabe aclarar que estábamos en 1994, un año antes de que se descubriera el primero de los exoplanetas orbitando una estrella por Michel Mayor y Didier Queloz. Tampoco se sabía mucho de la materia y energía obscuras, mientras que la astrobiología contaba con pocas evidencias experimentales.

En Madingley Road, donde se localiza el Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge, le pregunté sobre el gran ausente a Sir Martin, quien tiene rostro de halcón. Entonces sus ojos de un azul acuoso se obscurecieron un poco y enseguida una sonrisa maliciosa anticipó las especulaciones razonadas que denotaban entusiasmo por lo que había estado pasando en las ciencias del cosmos: ¿Qué ideas apuntan hacia estrategias viables una vez que haya recursos para llevarlas a cabo? Si convenimos que las galaxias son el equivalente en astronomía de los ecosistemas en la biología, quizá algunos opten por rastrear evidencias de que hubo una panspermia. Otros querrán privilegiar la búsqueda de fósiles lo mejor conservados posible, por ejemplo, en algunas lunas de Júpiter, como Titán y Europa.[i] Una manera más de plantear las cosas es la de Edwin Turner y Abraham Loeb, y puede leerse aquí.

Gracias al conocimiento estructural y morfológico de las galaxias, así como de la naturaleza y evolución de los hoyos negros y los quásares, tópicos en los que Sir Martin ha contribuido en forma significativa, será factible profundizar en algunas preguntas básicas: ¿las leyes físicas y químico biológicas que nos afectan han sido, son y serán las mismas en todo el universo? ¿Podemos por tanto encontrar su fenotipo?

“Algunas personas reaccionan poniendo un énfasis exagerado en la idea de un universo obtuso, sin sentido”, me dijo él. “Incluso no entiendo cuando afirman que debe tener un objetivo. Responden así porque creen que la vida y la inteligencia parecen insignificantes frente a la inmensidad galáctica. Se equivocan, pues si descubrimos vida en otros planetas, podemos dejarnos de comportarnos como si fuésemos la culminación de la evolución. Y si no es así, si la vida es la experiencia única en el único de los mundos posibles, entonces no estaríamos más que en el comienzo, lo cual nos ofrece la oportunidad de que la existencia adquiera verdadero significado cósmico.”



[i] Véase Shapiro R, Schulze-Makuch D. Astrobiology. 2009 May;9(4):335-43. doi: 10.1089/ast.2008.0281

 

 

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escritor y divulgador científico. Su libro más reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).


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